– Esto está siendo muy divertido para mi – me dijo. – Tenéis una cultura tan diferente.
– Para mi también lo está siendo – le dije yo. – De hecho cuando vuelva a mi casa lo publicaré todo en un blog.
– ¿Cuando vuelvas a Burjassot? – me preguntó ella dando a entender que me había estado escuchando.
– No, ya no vivo allí – le dije yo con una sonrisa melancólica.
– ¿Montanejos?
– No
– ¿Has vuelto a Sagunto?
– No
– ¿Dónde vives ahora?
– En Aldaia.
– De Sagunto a Burjassot y de Burjassot a Aldaia.
– No, querida. De Sagunto a Alzira, de ahí a Burjassot, Valencia, vuelta a Burjassot, Madrid, vuelta a Burjassot, Rocafort, Godella y, finalmente, Aldaia.
La china me miró sin saber muy bien qué decir.
– Has hecho muchas mudanzas, ¿no?
– Bueno, teniendo en cuenta que en Burjassot he vivido hasta en seis viviendas diferentes, y las idas y venidas, pues imagínate. En total en mi vida he hecho dieciséis mudanzas.
– ¿Y eso es lo normal en tu cultura?
– No. Lo normal en “mi cultura” es salir de casa de tus padres para ir a la tuya. Ahora, a veces, ni eso. Como mucho una aventurilla a un piso compartido de estudiantes. Pero no, yo he hecho dieciséis mudanzas completas.
– ¿Habrá una diecisiete?
– Si puedo evitarlo, no. Aunque tal y como está el patio, no me extrañaría.
– ¿Y nunca has vivido fuera de tu país?
– Ya te he dicho que viví una temporada en Madrid. – le dije con una sonrisilla.
La china me miró con cara extraña.
– No entiendo – dijo ella.
– No et preocupes, t’ho explicaré més endavant. Ara vaig a contar-te com acabàrem a Alzira. – le dije yo sin dejar de sonreír.