Ese triángulo Sagunto-Burjassot-Montanejos. De mi china vida (02)

No tardó mucho mi amiga china a volver a preguntarme sobre mi vida y yo, que soy facilón, enseguida olvidé las risas sobre mi nombre y seguí contándole mi vida.

– ¿Qué quieres saber ahora? – le dije.

– Cuéntame cosas de Sagunto.

– No sé. La verdad es que nací allí de casualidad. Quiero decir que mi familia no es de allí. Mi padre era de Navajas (Castellón), pero trabajaba en Sagunto en un taller mecánico. Mi madre era de Burjassot, así que nuestras miradas siempre estaban encaminadas a acabar viviendo allí, como así ocurrió más adelante. Sin embargo siempre he estado orgulloso de nacer allí. Recuerdo de pequeño cuando los amigos nos preguntábamos: ¿dónde has nacido tú? Muchos decían Valencia, otros Burjassot, yo decía: Sagunto, y se oía un “Oooohhh”, como si nacer en Sagunto fuera haber nacido en el extranjero. Como si fuera algo exótico. Cuando después decía: “Veraneo en Montanejos”, el “Ooooooohhhh” era mucho más largo. Así que ese triángulo Burjassot-Sagunto-Montanejos fue la piedra filosofal de mi infancia.

– ¿Estaba muy lejos? – me preguntó con el desconocimiento de la geografía valenciana propia de una china, lógico por otra parte.

– Pues mira, en ese momento, parecía que Sagunto estaba a miles de kilómetros de Valencia. Las carreteras eran como eran y hacer un viaje en un Seat 600 Sagunto-Valencia era una auténtica odisea, o al menos eso quedó en mi memoria. Larguísimas colas de tráfico, atascos en la nacional, calor y llegar casi a la hora de tener que volver. Ahora en unos veinte minutos te haces el recorrido. Cuando eres pequeño todo te parece grande y distante, cuando te haces mayor parece que todo ha encogido y se ha hecho más pequeño y cercano.

– Y ¿qué tiene de gracia ese triángulo filosofal de piedra entre Sagunto-Burjassot-Montanejos? – preguntó ella.

La miré con una sonrisa y le dije:

– Si hay algo que no entiendes ¿por qué no me lo preguntas? Has dicho “triángulo filosofal de piedra” y yo he dicho que “ese triángulo fue la piedra filosofal”. ¿Entiendes la diferencia?

– No – me dijo ella.

– Yo si quieres te cuento mi vida y cuando no entiendas algo dices una palabra clave, no sé: ¡Machupichu! Y yo  te lo vuelvo a explicar, pero no me des la razón como a los locos. ¿Entiendes?

– La verdad es que no – sonrió ella. – Pero me da la impresión de que no lo entiendes ni tú.

– Te contare una cosa – le dije obviando su absurdo comentario – Cuando era pequeño jugábamos a un juego para elegir equipos y cosas así. Nos poníamos en un corro y todos cantábamos:

¡¡¡Una señora gorda se fue a bañar,

se quitó la ropa,

dón-de fu-e a pa-rar!!!

Yo en Montanejos decía: Burjassot. En Burjassot decía: Montanejos.

La canción seguía:

“¿Ha es-ta-do us-ted al-gu-na vez en Mon-ta-ne-jos (o Burjassot)?

Y siempre me libraba porque los de un sitio no habían estado en el otro. Y viceversa.

¿Comprendes ahora?

– ¡MACHUPICHU! – gritó la china como una auténtica loca.

PD: Si has cantado la cancioncilla, estás haciéndote mayor.