De cuando nací. De mi china vida (00)

En uno de esos largos paseos que dimos por China, la traductora me dijo:

– Cuéntame algo de tu vida.

– ¿Qué quieres que te cuente? – le dije.

– Pues, no sé… Dónde naciste, a qué te dedicas… Lo que quieras.

– ¿Tienes tiempo? – le pregunté yo.

– Todo el del mundo – me dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.

– Verás… Nací en Sagunto un 10 de septiembre de 1974. Me han contado muchas veces que nací a la hora de la comida, así que ya fui inoportuno desde pequeño. Hijo de Fernando y Vicenta, cuando vine a este mundo mi hermana Mónica me estaba esperando con los brazos abiertos… o eso quiero pensar. Esa es una de las versiones sobre mi nacimiento. Como comprenderás no lo sé con certeza porque aunque estaba allí, no lo recuerdo.

Sonreí y continué con mi relato, al ver que ella me escuchaba.

– Mi querida hermana tenía otra versión de lo hechos y que intentó hacerme creer durante mucho tiempo. Según ella nací en Montanejos en una fábrica de cerdos que había a la entrada del pueblo.  Nunca dijo granja. Era una fábrica. Me contaba que era adoptado e hijo de cerdos, claro. Me decía en innumerables ocasiones que me habían tenido que hacer la cirugía estética y miles de operaciones para tener un aspecto humano pero que, en el fondo, seguía siendo un cerdo. Si mi memoria no me engaña, mis primos, que sí que eran de Montanejos, avalaron durante años esa versión. O no. No lo recuerdo. Así que durante los muchísimos años que veraneamos allí, al llegar por la antigua carretera, al girar una curva justo al divisar el pueblo, justo después de que mis padres, mi hermana y yo, soltáramos nuestro grito de guerra antes de entrar en el pueblo:

– ¡¡Montanejos a la vista!!

– ¡¡Todos a sus puestos!!

– ¡¡Listos para el abordaje!!

Justo después, mi hermana decía:

– Mira, ahí está la fábrica de cerdos donde naciste tú.

Yo lloraba, le preguntaba a mi madre si eso era cierto, mi hermana se reía, mi padre se reía. En la siguiente curva me secaba las lágrimas y todo se había olvidado pues ya estaba en el paraíso donde viviría los maravillosos tres meses de verano que tenía por delante. Seguramente mi hermana dirá que me pasaba los tres meses preguntándole a mi madre si lo de la fábrica era cierto, pero miente… ¡¡¡¡MIENTE!!!!

Me di cuenta de que estaba gritando. Ella me miró con cara seria y me dijo:

– Pero naciste en 1974. Eres tigre, no cerdo.

La miré sorprendido.

– No has entendido nada, ¿verdad? – le dije.

– La verdad es que no.

– Se nota que no has tenido hermanos.