Apenas se oía el revolotear de las aves cruzando el cielo de un lado para otro en un aparente sinsentido. El aire soplaba muy suave; de hecho, a veces ni se sentía. La temperatura era maravillosa, aunque en una hora seguramente comenzaría a refrescar y no vendría mal llevar algo de manga larga
Sobre el aparador rojo había un reloj de arena que flotaba en el aire o, al menos, lo parecía. No se le veía apoyado en ninguna superficie y aparentaba desafiar la gravedad. Cuando el último grano de aquella arena de color amarillo fuerte caía, algo que ocurría cada hora, el reloj se daba la
Camael apenas levantó la vista del libro que estaba leyendo al escuchar el repicar de la campanilla que había encima de la puerta cuando ésta se abrió. En su rostro se dibujó una pequeña sonrisa, muy pequeña, casi imperceptible. De repente el sonido de aquella minúscula campana le pareció el
València, 3 de septiembre de 2024. Al abrir la puerta de aquella tienda, Beatriz no imaginaba que, en poco más de cuatro meses, su vida cambiaría por completo. Tampoco sospechaba que el futuro de la humanidad dependería de ella. El mundo estaba dividido entre tórtolas y cuervos, e iba a tener